La flor que enlaza el cielo y la tierra


Doncella de las wisterias

Hace mucho tiempo, hubo descendientes de una dama celestial que bajaron de los cielos.

Estaban bendecidas con bellos y misteriosos poderes, y pasaron sus días viajando entre el cielo y la tierra.
Surcaron los cielos, escuchando los susurros del viento y los sueños de las nubes,
y compartieron su dicha con las bestias y los espíritus de las montañas.
Allí donde florecían las flores, brillaban sus sonrisas.
Y allí donde llovía, sus canciones resonaban.

Un día, se toparon con una aldea infestada de demonios y almas resentidas...
Vieron que el suelo se había congelado y que la gente sufría por el frío y el hambre,
y descubrieron un gran árbol que había muerto muchos años atrás.

Las descendientes de la benevolente dama invocaron una brillante lluvia de flores sobre la aldea.
Esta lluvia barrió la amargura de aquella tierra y dejó tras ella una cálida brisa.
Los pájaros cantaban, saludando a las nuevas plantas que nacían y a las flores que teñían la aldea de vivos colores.
Parecía que una primavera eterna hubiera cubierto aquellas tierras.

Con su corazón rebosante de agradecimiento, los aldeanos les pidieron que no se marcharan.
Las descendientes de la dama plantaron una wisteria junto al árbol muerto,
y le susurraron:

«Eres nuestro regalo más especial para esta aldea.
Protege este lugar en nuestra ausencia
y, como hoy, proporciona siempre esperanza a sus habitantes».

Tan pronto como la wisteria escuchó estas palabras, creció junto al árbol muerto
y desplegó una guirnalda de flores rosas.
No existían flores tan bellas como aquellas.

Desde entonces, los aldeanos han atesorado este árbol
y han conservado su historia de generación en generación.

"La flor que conecta el cielo y la tierra. Su florecer anuncia la llegada de la primavera."

¡Que, como estas flores, las descendientes hayan florecido a lo largo del mundo!

Lahn / Lis carmesí















Reina loba / Siriosa